lunes, 30 de noviembre de 2015

El engendrado vicio del consumo programado nos absorbe


La economía es una ciencia moderna que acumula definiciones y procesos sociales importantes para el desarrollo de las naciones, la práctica económica empezó como una manera básica de subsistencia en las culturas nómadas, culturas que sentaron la firma para la evolución de la humanidad.
La producción es el primer paso para generar un cosumismo.
Los teóricos clásicos parten de la idea de dos posturas políticas-económicas: el capitalismo y el socialismo. Hablar de capitalismo es adentrarse en las formas sociales más desiguales de la humanidad, si bien el capital es importante para el desarrollo de las familias, como núcleo social, en esta teoría se privatizan los recursos naturales y los modos de producción, el estado no interviene por tal razón se crea una lucha de clase; en la cual el poder es el que triunfa.
El socialismo es un modelo político-económico, algunos lo llaman el adversario del capitalismo, en este los medios de producción son regidos netamente por el estado, se habla de una igualdad social, pero en realidad el único aventajado es el gobierno, por tanto el poder vuelve a triunfar por encima del pueblo.
La parte medular de este ensayo se centra en el proceso económico que mantiene el mercado global con respecto a la comercialización de productos. La producción es la fase primaria dentro de una economía, el productor es el que labra la tierra, cosecha productos primarios para ser distribuidos a los grandes empresarios, es la persona que fabrica los productos, pero también es la persona que quizá n este remunerada de manera pertinente, porque al final lo que más interesa en la sociedad capitalista es que el magnate poderoso siga acumulando riquezas.
La distribución es el siguiente paso para llegar al vicio consumista, las empresas distribuyen sus productos a los grandes mercados, es ahí donde las bases económicas se centran dando paso a los conceptos de oferta y demanda.
La distribución mundial es excesiva y afecta a los países de tercermundo.
El último paso es el consumo, en la actualidad la desmedida idea de consumir más de la cuenta cala en las familias, pero no son las personas que consumen las culpables de este fenómeno económico; la culpa recae de nuevo en el capitalismo, los grandes burgueses, acomodados en sus sillones empresariales, que captan salarios exorbitantes, son los culpables de esta tendencia nefasta e inservible, son los eternos condenados a adjudicarse la palabra de contaminantes del sistema económico, son los destructores del planeta y sus recursos; se le pueden adjudicar millón de adjetivos a aquellos burgueses que implantaban “buenas ideologías”.


La obsolescencia programada es la fiel muestra de que los empresarios necesitan acumular riqueza sin importar el sacrificio del obrero ni la inversión del comprador al adquirir algún producto. Con la llegada de la globalización tecnológica el consumismo se vuelve la mayor tendencia en las sociedades; los teléfonos móviles, en la actualidad, mantienen una vida útil muy corta, esto da paso a que los compradores adquieran cada año un modelo diferente de celular con tecnología más avanzada, pero ¿de qué sirve un teléfono tecnológico que viene programado para durar poco?
El consumismo es una ideología implantada por los grandes
capitalistas.
La sociedad de consumo es un cúmulo de ideologías implantadas por los grandes empresarios, quienes afirman que consumir es una necesidad para ser feliz. La persuasión juega un papel importante en la tarea emocional de las personas, una persona sugestionada por ideas consumistas, siempre va a despilfarrar el capital en materiales innecesarios que luego son olvidados, embodegados o simplemente se los vende como artículos de segunda mano. Es importante sensibilizar las conciencias, crear una cultura crítica que tenga como objetivo el ahorro, que valore el trabajo ajeno y no enriquezca a los que ya son millonarios.
No se debe caer en sentimentalismos, ayudar al planeta en todos los aspectos, es generar una economía responsable, el consumir lleva a la felicidad como lo decía Zygmunt Bauman: “El consumismo promete algo que no puede cumplir: la felicidad universal. Y pretende resolver el problema de la libertad reduciéndolo a la felicidad del consumidor”.

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